Como desprogramar la competitividad.
La competitividad es un hecho. Para su desprogramación, hay que acudir al sentimiento raíz: la desvalorización. Como necesitamos valer más, luchamos, competimos y nos enfrentamos. La desvalorización es la causa, aunque no el origen; el origen es el sentimiento de separación, pero analizar éste pertenece a otro rango de desprogramación, mucho más profundo. Todo está compuesto por capas y más capas. Veamos primero cómo se produce la desvalorización.
Me desvalorizo cuando:
1. No busco en mi mismo las soluciones a los problemas existentes. Dejo en manos de otros su resolución. Les cedo mi poder.
2. Desplazo y traslado mi atención consciente, viendo en exceso a los demás, en lugar de verme a mí mismo. Hay que usar la técnica del espejo para redirigir la mirada hacia uno mismo.
3. Me desvalorizo cuando niego mi realidad y atiendo los problemas de los demás. Pierdo el criterio de prioridad. No priorizo bien.
4. Me desvalorizo cuando no escucho mi cuerpo y sus necesidades. Pierdo referencias de mi propia existencia. Dejo de escuchar mi ritmo.
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